Cualquier rama de la industria médica atrae grandes cantidades de dinero. Anualmente, se se asignan subsidios multimillonarios para el desarrollo de la medicina, sin contar las docenas y cientos de organizaciones de caridad, que realizan eventos artísticos y subastas para recaudar fondos.
Nuevos medicamentos aparecen cada día, antes de pasar por varios niveles de pruebas de toxicidad. Sin embargo, detrás de todo esto hay una sola verdad. Si finalmente se encuentran drogas efectivas, todas estas personas perderían sus trabajos, y se perdería el significado de las conferencias y proyectos de la ciencia, ya que la gente puede curarse.
Cualquier medicamento que se ofrezca al mercado, está diseñado para una mejoría temporal o para el mantenimiento relativo de la salud. Los diseñadores opinan que son mejores y más confiables que los remedios naturales en la lucha contra las enfermedades, y que, por ahora, no hay otra alternativa al tratamiento químico.
Vitamina B17
Se fomenta el escepticismo a la medicina alternativa. Siempre parece que los remedios naturales son demasiado débiles para tratar una enfermedad grave, como el cáncer.
De hecho, en la naturaleza hay todo lo necesario para la salud y la longevidad de una persona. Lo que pasa es que tales remedios, al ser baratos y a la disposición de todos, no resultan rentables para las industrias farmacéuticas.
Hace mucho tiempo que se conocen los componentes de las semillas de albaricoque, manzana, ciruela y melocotón. Se ha hablado sobre los peligros y beneficios de los huesos de estas frutas, y se sabe que contienen cianuro y sus derivados. Sí, realmente hay cianuro en el núcleo de los huesos, el cual es responsable del sabor amargo de los mismos. Pero no está libre, sino como parte de una sustancia llamada amigdalina.
La amigdalina está compuesta por cuatro componentes químicos. Cianuro, benzaldehído y dos moléculas de glucosa. Los dos primeros elementos son indudablemente venenosos. Sin embargo, en un cuerpo sano, el compuesto simplemente no se desintegra, y atraviesa los tejidos sanos, hasta excretarse a través de la orina. No así, en los tejidos cancerosos. En estos casos, la amigdalina se divide, liberando cianuro y benzaldehído, exponiendo a dichos tejidos a los efectos tóxicos de estas sustancias.
Las células malignas mueren y el tumor se desintegra desde adentro. ¡Suena fantástico, ¿verdad?! Por otra parte, la glucosa actúa como cebo, alimentando a los tejidos cancerosos con su fermentación, bajo la influencia de la enzima beta-glucosidasa.
La beta-glucosidasa es la responsable de la disociación de la amigdalina, para que libere las células sustancias tóxicas. Es un tipo de quimioterapia interna de origen absolutamente natural. Las ventajas de la amigdalina son innegables: no daña las células sanas, pero al mismo tiempo destruye las células malignas y purifica el cuerpo.
¿Por qué las compañías farmacológicas guardan silencio acerca de los beneficios de este compuesto? Pues, por lo que comentamos al principio: ¡No es rentable! Un paciente enfermo se someterá a tratamientos médicos, será irradiado y tragará más cápsulas y píldoras, si de esa forma se le promete que vivirá un mes más.
Las investigaciones sobre la amigdalina comenzaron en el año 1952. Luego, se hicieron preparados en polvo y en cápsulas, en vistas a las pruebas de laboratorio, y posteriormente comprobados en pacientes. Se le asignaron algunos nombres: Laetril, B17… El innovador del medicamento, Ernst Krebb, descubrió que las propiedades de la amigdalina eran muy similares a las propiedades de las vitaminas B, si bien la misma no es una vitamina en sí. Como solo se conocían 16 hasta ese momento, esta sustancia recibió el número 17º de la serie.
Una vez pasadas las pruebas de laboratorio estándar en animales, Ernst intentó convencer al público de la seguridad del Laetril. En 1971, el uso de Laetril se prohibió después de unas pruebas en el Sloan-Kettering Institute of Science. Ernst no aceptó este veredicto, y pidió ayuda al periodista Edward Griffin. Al mismo tiempo, el representante del instituto, el Dr. Ralph Moss, se opuso a la prohibición de Laetril.
El Dr. Moss afirmó que los resultados de las pruebas, que condujeron a la prohibición de la droga, fueron falsificados y, como confirmación de sus palabras, rompió el contrato con la institución deshonesta.
Posteriormente, Ernst Krebb escribió el libro «La vida sin cáncer», que detalla el efecto de la amigdalina en el cuerpo, explica el daño de las quimioterapias y la necesidad de cambiar el tratamiento a métodos naturales.
Prohibir el tratamiento con vitamina B17 es imposible. Ahora se produce en México, y existen análogos cualitativos en Rusia y Ucrania. De más está decir que esto representa una enorme ventaja para tratar el cáncer, sin comprometer los tejidos sanos, ni envenenar al organismo, ya de por sí debilitado. ¡La cura del cáncer está más cerca de lo que crees, solo necesitas saber dónde buscar!
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