A muchos les parecerá extrano el título de este artículo. Y no es de extrañar: la abrumadora mayoría de las personas lavan el pollo crudo, antes de cocinar. Razones son muchas – librarse de mucosidad, bacterias… En definitiva, este proceder está indicado en todas las recetas. Pero lo que no saben ellos es que esto puede afectar su salud muy negativamente… Continua leyendo, si deseas averiguar el por qué.
El pollo sin procesar suele contener bacterias dañinas, entre ellas, Salmonella y Campylobacter, dos de las principales culpables de la intoxicación alimentaria.
El consumo de alimentos con Salmonella, conlleva a la aparición de los síntomas tales como diarrea, fiebre, calambres abdominales, náuseas y vómitos. En casos más graves, éstos pueden causar estragos en el sistema nervioso, e incluso, la muerte.
La Campylobacter también causa diarrea. Provoca un dolor abdominal extremo que puede durar de hasta 10 días. Se han notificado efectos a largo plazo, incluyendo la artritis y el síndrome de Guillain-Barré, que causa debilidad muscular y afecta al sistema nervioso. Por lo tanto…
¿Hay que lavar el ave antes de cocinar o no?
Jennifer Quinlan, una investigadora de la Universidad de Drexel, participó en un interesante proyecto, financiado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. La investigación arrojó resultados inesperados: Lavar el pollo sin procesar, antes de cocinar, contribuye a la propagación de bacterias peligrosas por toda la superficie de la carne y en otros lugares, como el fregadero o la mesa. Este efecto se llama «aerosolización».
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha puesto en marcha una campaña para informar a todos sobre la manera correcta de preparar los alimentos:
- Limpieza. Lava las manos y las superficies con frecuencia.
- Separación. No dejes que la carne cruda roce otros alimentos.
- Cocción. Cocina las aves a, al menos, 74 grados centígrados. Para ello, se puede hacer uso de un termómetro para alimentos.
- Congelación. Refrigera sin demora la carne cocida y no consumida.
Ten siempre en cuenta que el tiempo para el consumo seguro de cualquier plato de carne es limitado. Es preferible desechar las albóndigas, hechas hace una semana, que sufrir los síntomas desagradables de la intoxicación. Y los medicamentos y el tratamiento, probablemente, saldrán más caros para el bolsillo que un trozo de carne fresca.
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