En Internet, puede encontrar una gran cantidad de historias inusuales. Y esto no es de extrañar, porque, con la ayuda de las redes sociales, nos enteramos instantáneamente de los incidentes más interesantes, aunque ocurrieran en otro rincón del planeta.
Hoy, los editores de ¡Simplemente Genial! Compartirán contigo la increíble historia de cómo un emprendedor agricultor puso un huevo de gallina en un nido de águila. A su vez, tomó un huevo de águila y lo colocó en el nido de una gallina de la granja. Simplemente tenía curiosidad por saber si los pájaros cuidarían de los polluelos de otras aves como si fueran propios. ¿Quieres saber cómo terminó esta aventura? Lee a continuación.
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NIDO DE ÁGUILA
Todo comenzó cuando nuestro granjero adoptó un par de águilas en su propiedad. Las cuidaba, las alimentaba y las sentía como sus mascotas. Esa loca idea, de la que hablamos un poco más arriba, le vino a la mente cuando la hembra de águila puso dos huevos.
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El hombre ya se estaba preparando para la futura reposición en la familia del águila, cuando se le ocurrió saber si el águila cuidaría adecuadamente de su descendencia sin importar la que fuera. Por tanto, puso un huevo de águila en el nido de una gallina, y llevó el huevo de gallina al nido del águila. Y se dispuso a esperar por lo que sucedería a continuación.
El narrador de la historia afirma que el experimento transcurrió sin problemas al principio. Ni el águila ni la madre gallina notaron la reposición de huevos. Lo más interesante, como esperaba el granjero, empezó a ocurrir cuando empezaron a aparecer los pollitos.
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La reacción de las águilas
Las águilas supieron de inmediato que algo extraño había sucedido. Examinaron cuidadosamente al expósito, como si trataran de encontrar alguna similitud en él. El granjero estaba muy preocupado viendo esta situación. Le parecía que las aves rapaces bien podrían comerse al diminuto pollo para la cena. Pero con el tiempo, el hombre se convenció de que las águilas mismas no amenazaban al pequeño bulto amarillo.
Al principio, las águilas no podían entender qué estaba mal. Sin embargo, pronto perdieron todo interés en el pollo, centrando toda su atención en su descendencia real. El aguilucho estaba lo suficientemente alimentado y calentado. Pero el pollo se quedó sin ningún cuidado. Básicamente, estaba solo.
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En cuanto al aguilucho, que terminó en otro nido, se sintió bastante cómodo. La mamá gallina no pareció sorprendida en absoluto por lo que estaba sucediendo y tomó al polluelo de águila como propio. Y así lo alimentó, como a todos los demás, lo calentó y lo cuidó. ¡Maravilloso!
Aun así, el granjero no se atrevió a continuar con el experimento, pues temía por la vida del polluelo. Por lo tanto, escogió el momento adecuado y devolvió el aguilucho al nido del águila, y envió al pollo a las gallinas.
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La mamá gallina tomó el cambio de situación con indiferencia, como si nada hubiera pasado. Pero las águilas aceptaron con alegría al segundo aguilucho en su familia, lo envolvieron en amor y cuidado. A partir de esto, el granjero concluyó que las águilas son aves inteligentes que saben claramente dónde están sus polluelos.
Es sorprendente que una madre gallina pueda cuidar de casi cualquier descendencia. Después de todo, a menudo se puede ver cómo esta ave, bien conocida por nosotros, cuida cuidadosamente a los patitos, pichones, pavos y otros polluelos.
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Es cierto que tal cuidado es suficiente por solo un par de semanas. Y tan pronto como las crías crecen un poco, la madre gallina considera cumplido su deber, deja a los pollitos y se va a hacer otras cosas importantes.
¿Te sorprendió esta historia? ¿Qué opinas de tales experimentos de sustitución? No olvides compartir lo que piensas en los comentarios. Danos un Me Gusta y comparte con las amistades de las redes sociales este post y sobre todo tú opinión; sin dudas ayudará a enriquecer nuestro trabajo.
