Suelo ir de visita muy raramente, más aún en estos días, dada la situación epidémica actual. Pero esto no es lo único que influye en mi disgusto por las fiestas caseras. Antes, ni siquiera pensaba en cómo comportarme en una celebración de este tipo, actuaba según mi naturaleza y forma de ser, pero ya no más.
Todo cambió después de una situación extravagante, y ahora me hago cada vez más la pregunta: cómo comportarme en una fiesta, si los anfitriones unos son desvergonzados e irrespetuosos con los invitados. Les aseguro que muchos se reconocerán en esta historia. ¿Quién es la anfitriona y quién es el invitado?
Tiempo antes de la cuarentena, una de mis colegas celebró su cumpleaños. Para ello invitó a un círculo estrecho de personas: varios familiares, compañeros-amigos y vecinos cercanos. Como habrás adivinado, la celebración tuvo lugar en la casa de la homenajeada.
Estaba previsto comenzar sobre las 15.00 horas del sábado. El resto de compañeros y yo fuimos a por un regalo (una máquina de café con la que tanto tiempo había soñado mi compañera) y acordamos venir a presentarlo juntos. Pero aquí, una hora y media antes del inicio de la celebración, escuché una llamada de la cumpleañera.
Ella aceptó mis primeras felicitaciones y con voz cursi pidió venir una hora antes que las demás. «Charlemos en un ambiente íntimo, y abramos una botella de espumoso vino…» – me dijo. Afortunadamente, me las había arreglado con la manicura y el peinado por la mañana, así que me vestí apresuradamente y me fui.
¿Cuál fue mi sorpresa cuando me recibió en la puerta una cumpleañera despeinada y en un pijama de felpa? ¡Y esto una hora antes de la llegada de los invitados! Resulta que no solo la anfitriona no estaba lista para la fiesta, sino que tampoco tenía lista la mesa. Y lo más interesante estaba por llegar.
La chica me envió a la cocina con el pretexto de «fregar los platos» y «hacer un corte» mientras ella misma se ponía en orden. Créeme, aquello era estaba pasmado, parecía que ni por la cocina se había portado. Menos mal que había comida en el refrigerador, de lo contrario habría tenido también que ir a la tienda a buscar algo.
Mientras la heroína del día se ocupaba de lo suyo, yo mezclé un par de ensaladas, e hice un par de cosas más. Durante este tiempo, llegó el resto de los invitados. La chica me los envió como asistentes. Juntos terminamos de poner la mesa.
En general, nos sentamos a celebrar el cumple a las 17:00 en punto. Curiosamente, los vecinos de mi colega me dijeron que ella acostumbraba a que sus invitados le prepararan la mesa. «Menos mal que esta es la primera y última vez», pensé.
De acuerdo, cada cual establece el marco personal sobre cómo comportarse en una fiesta. Pero hay ciertas reglas para todos. Por ejemplo, si invitas a personas a tu casa, deberás ser cariñoso y hospitalario con ellas; después de todo son tus invitados, ¿no?
¿Alguna vez te has visto en una situación similar a la mía? Escríbenos en los comentarios tu experiencia, danos un Me Gusta y comparte este enlace y tu opinión con las amistades de las redes sociales.