Esta historia muy interesante se dio a conocer recientemente en Gran Bretaña. Resulta que un residente local, que figuraba como totalmente arruinado, había estado viviendo durante 15 años en una inusual y acogedora casa, sin que nadie lo sospechara.
El banco había congelado casi todos sus activos financieros y bienes inmuebles. Con el tiempo, el empresario Alan Yeomans tuvo que trasladarse a una vivienda más modesta, concretamente a un viejo granero. Pero tomémonos nuestro tiempo y veamos cómo sucedió.
CASA INSÓLITA Y ACOGEDORA
El comienzo de los problemas
A principios de la década de 2000, durante la crisis mundial, Alan se dio cuenta de que no podía seguir dirigiendo su negocio y se declaró en bancarrota. De este modo, podría conservar al menos un pequeño remanente de su antigua riqueza y simplemente no morir de hambre.
Después de vender su empresa y otras propiedades, el desventurado empresario no pudo ni siquiera pagar la totalidad de sus deudas, y aún le quedaban algunos préstamos por pagar. Obviamente, la tensión familiar no duró mucho y fue su mujer la primera en fracasar. Se separó de Alan, dejándolo solo con sus problemas.
Sus amigos siguieron a su esposa. Y no podía hablar con sus parientes cercanos, que para entonces habían dejado de renovar la ropa y llevaban la misma ropa vieja una y otra vez. Su nuevo hogar era un viejo granero, que Alan había conseguido enmarcar de alguna manera con los materiales más baratos que pudo encontrar.
Con el paso del tiempo, este empresario en decadencia se ha convertido en una especie de tonto local. Mientras que antes no hablaban con él debido a una repentina pérdida de estatus, ahora el hombre daba la impresión de ser un vagabundo enfermo que vive en un establo con una vida rota y sin perspectivas sanas.
Una visita sorpresa
Todos los años Alan Yeomans tenía que acudir a los tribunales para confirmar su situación financiera. Nunca ha faltado a este evento, pero esta vez algo salió mal. Al intuir que algo no iba bien, las autoridades locales no tardaron en acudir a su dirección, afortunadamente todos conocían la ubicación del deteriorado granero verde.
Cuando se acercaron más, pudieron ver la fachada bien decorada y la puerta principal donde estaba el anfitrión. A la primera petición, dejó entrar en la casa a los representantes de las autoridades, que se quedaron casi atónitos ante lo que vieron. Se encontraron con una enorme escalera forrada con una alfombra roja y costuras doradas. En el interior sólo se utilizaron las maderas más caras y lujosas. Las famosas pinturas originales recibieron una «mirada» estupefacta de los huéspedes no invitados.
Seis suntuosos dormitorios y una buena biblioteca con una decente colección de libros estaban adornados con estatuas de mármol y lámparas de araña antiguas. Un gimnasio, habitaciones para invitados, una piscina e incluso espacio para una pista de baile… todo esto hizo que los ojos de los asistentes se abrieran más y más. Alan no era conocido por invitar huéspedes; resulta que al entusiasta del baile le gustaba relajarse solo con los movimientos rítmicos de su pista musical favorita.
Pero lo que más llamó la atención a las autoridades fue un cuadro bastante grande que escondía un pasaje secreto a un jardín interior cercano. Allí Alan cultivaba varias plantas ilícitas, cuya venta le proporcionaba una riqueza fabulosa.
Conclusión
No vale la pena adivinar lo que le ocurrió después al jardinero en apuros, pero en Gran Bretaña no se puede bromear con la ley. Obviamente, ahora sus paredes cambiarán un poco de tamaño y su acabado no será de origen tan noble. Pero hay que reconocerle a este hombre que, con semejante riqueza, ni una sola vez ha cacareado o mostrado su morada a nadie.
Se podría decir que es el autoaislamiento más extraño que se pueda imaginar. De hecho, el hombre sacrificó la compañía humana y su propia seguridad en aras de vivir en una casa de lujo. ¿Mereció la pena? Creemos, por supuesto, que no fue así. Sin embargo, hay mucho que reflexionar en esta historia. ¿Qué opinas, querido lector, de esta situación?