En la familia de Lilya, la ayuda innecesaria en forma de consejo de su suegra se convirtió en algo habitual. Cada vez que Claudia cruzaba el umbral del piso de su nuera, ésta era bombardeada con amonestaciones sobre su espacio vital. Y es que el piso en el que vivían Lilya y su marido sólo pertenecía a Lilya y a su madre. Lo que aparentemente no le sentaba muy bien a su suegra.
AYUDA INNECESARIA
Lilya y su piso
Lilya nunca ha presumido de tener su propio piso. Por supuesto, había allí sola antes de su matrimonio, pero según los documentos, la mitad de la propiedad pertenecía a su madre. Esta vivía en otra ciudad y visitaba a su hija con poca frecuencia. Las mujeres nunca habían cuestionado la propiedad del piso hasta que Claudia entró en la vida de Lilya.
Ya desde el primer contacto, la futura suegra se interesó activamente por la afluencia de Lilya. «¿Cuál es tu salario?», «¿Tienes un piso?», «¿Es tuyo? Ah, tu madre es dueña de la mitad…» Después de la boda, el interrogatorio se convirtió en manipulación. En casi todas las reuniones, Claudia insistía en que todo debía ser igual entre marido y mujer, incluidos los derechos sobre el piso. Lilya mantuvo con éxito su defensa y no discutió con su suegra.
Al cabo de un tiempo, la suegra empezó a hablar directamente de la madre de Lilya. Es una mujer joven, aún podría casarse. Y si por casualidad que le ocurriera algo malo, entonces tendría que luchar con su padrastro por la otra mitad del piso.
– ¿Quieres eso? Así que es mejor que tu madre te ceda su parte a ti.
DISCUSIONES Y PELEAS
Lily se puso de pie como si se hubiera quedado perpleja. No sólo habían casado a su madre sin que ella lo supiera, sino que su herencia ya estaba siendo dividida. En ese momento, por primera vez, Lily no pudo contenerse y le contó a su suegra todas sus sospechas sobre sus intenciones. También le recordó que no debía preocuparse en absoluto por la fortuna de su madre y sus propiedades. Si de repente decidiera casarse, sería asunto suyo. Y con el piso, lo solucionarán de alguna manera.
Tras una breve escaramuza, Claudia volvió a casa. Desde entonces, rara vez venía a visitarla, y Lilya no quería verla. Le dijo a su marido que no quería a su madre en su casa. Este último permaneció en silencio.
Un mes después, la madre de Lilya anunció que por fin podría visitar a su hija y a su yerno. Una alegre Lilya ya estaba preparando la habitación de invitados cuando su marido empezó a quejarse: ¿cómo es posible que su madre pueda quedarse a dormir y Claudia no pueda ni siquiera visitarla? Se produjo una discusión y quedó claro que el marido estaba muy influenciado por las palabras de la suegra. Ahora veía a su suegra no como una pariente, sino como alguien que no quería dar a su familia todo el piso.
– Si tanto te molesta, vete a casa de tu madre y recapacita allí – dijo Lilya con la idea de que, si se iba, no le dejaría volver a entrar.
Pero el cónyuge se quedó. La pareja empezó a hablar menos, pero poco a poco se fue restableciendo la armonía. Nadie volvió a sacar el tema del piso o de la herencia. Lilya se alegró de ello. Todo a su tiempo. Y ahora era el momento de recibir a la invitada.
AYUDA INNECESARIA: EL RESULTADO FINAL
¿Tiene razón Claudia al preocuparse por el futuro del piso de su nuera? ¿O se trata de una ayuda innecesaria capaz de estropear la relación entre familiares? ¿Tenía razón Lilya al prohibirle a su suegra que fuera a su casa? ¿Vale la pena que la madre de Lilya renuncie a la mitad del piso? Escríbenos en los comentarios lo que piensas cerca de este polémico tema. Danos un Me Gusta y comparte con las amistades de las redes sociales este post y sobre todo tú opinión, así nos ayudarás a enriquecer nuestro artículo.